FABULA DE UN MASON

¿Cómo vine yo a parar aquí?.

El ambiente me era familiar, ya había estado aquí, pero cuando. Camine sin rumbo, personas desconocidas pasaban a mi lado, pero yo quería preguntarles, cuando a lo lejos vi un edificio  con la Escuadra y El Compás y un grupo de hombres en él, cuanta alegría, me identifique como aprendiz y obtuve respuesta, después dije mi nombre y mí grado. 
De inmediato me hicieron participe de que había fallecido un hermano pero que ya se estaban encargando de todo, me invitaron al templo donde conocí al Venerable Maestro, entonces le dije de mi alto puesto y de mi condecoraciones en la orden, era un templo bello, el más bello que yo había visto en todo el mundo.

Cuando fui a entrar el Venerable Maestro dio la orden  de que esperara dirigiéndose al guarda templo exterior, pensé van a preparar un recibimiento acorde a mis credenciales mostradas, pero  para mi sorpresa hube de esperar más de una hora, hasta que el Maestro de Ceremonias  vino y me dijo que lo acompañara,  me ajuste mi mandil y mis medallas  y entre pensando en la ceremonia  que me brindarían, pero nadie se puso de pie, bueno entre en la forma acostumbrada  y salude al Venerable Maestro y espere la orden de éste  para que me invitara al Oriente, pero esto tampoco ocurrió, me enoje un poco pero espere para poder hablar y demostrar mis conocimientos y jerarquía masónica, en su lugar  el Venerable Maestro pregunto si algún hermano me reconocía como masón, no hubo respuesta, me dije, esto será parte del ritual, el Venerable Maestro. repitió la pregunta y el silencio continuo, lo hizo por tercera vez y continuo reinando el silencio, entonces se dirigió a mi y me dijo, hermano visitante los hermanos aquí  presentes no lo reconocen como masón.

Yo conteste, no puede ser, no ve mi mandil, mis insignias, las credenciales de mi Logia.
Respondió el Venerable Maestro,  mi querido hermano todo eso lo hemos visto, pero no es eso lo que lo hace recocer como masón.

¿Qué entonces? Conteste.

Pues hemos visto que a  pesar  de haber tenido todas esas oportunidades  no ha hecho progreso personal alguno.

Fui a replicar, pero me indicaron mirar a una pantalla en donde me reconocí junto a un grupo de hermanos haciendo  comentarios humillantes de otros hermanos, contando lo que había pasado en la Logia, intolerante en las sesiones,  mis atrasos en el pago, metiendo la mano vacía en el saco cuando podía contribuir, en fiestas  en vez de ir a la Logia, no me superaba ni estudiaba, me vi visitando a un hermano pero por obligación no por fraternidad. Las lágrimas afloraron a mis ojos  y cabizbajo di media vuelta  y me comencé a retirar cuando la voz autoritaria  y fraterna del Venerable Maestro que me detuvo y dijo. Mi querido hermano hemos visto  sus errores, como también vimos que fue iniciado en los augustos misterios  de la orden, y como hemos comprendido  ayudar a los hermanos en desgracia  y enseñarle el camino de la luz, no se apene,  todos aquí alguna vez  nos desviamos  del camino y una mano hermana nos  entro de nuevo al rumbo correcto,  por lo que no lo dejaremos marchar sin  antes haberlo guiado a la luz nuevamente y  esperarlo nuevamente para recibirlo como masón.

Me fui extrañamente aliviado, aquellas palabras me habían  sacado un gran peso de encima, de inmediato vi que mi piedra que yo creía pulida   era bruta y me dije,  en cuanto llegue tomare mi mandil y herramientas de Aprendiz para comenzar a pulirlas de verdad.

En ese momento  desperté y me puse a realizar un recuento de mi vida, me dirigí al armario donde guardaba los mandiles y herramientas acumuladas en estos años y con satisfacción  tome lo de Aprendiz y comencé a  desbastar  mi piedra aún bruta. 



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