(Decimas escritas para la tenida blanca celebrada en la Respetable Logia Martin Herrera con la paticipacion de otras instituciones fraternales de Pinar del Rio)
Lejos en la antigüedad,
en tiempos de Salomón,
bajo un templo en construcción
nació una fraternidad.
Era una extrana hermandad
de hombres fuertes y discretos
y tres pálidos sujetos
persiguiendo una palabra,
que sin méritos les abra
un cofre y sus mil secretos.
Pero un hombre apasionado
ante el peligro no arredra,
Hiram Abi fue la piedra
angular del entramado.
Tres hombres; él, desarmado,
con su muerte puso el veto.
Por principio aceptó el reto
y quedó echada la suerte:
Hiram prefirió la muerte
a revelar un secreto.
Por los siglos medievales
los discípulos de Hiram
recorren Europa y van
construyendo catedrales.
Son hombres rudos, leales
del símbolo y la utopía.
Y así, de una cofradía
hija de la construcción,
nació el moderno masón
que conocemos hoy día.
Algunos grupos sectarios
son históricos soportes,
descuellan por sus aportes
los Caballeros Templarios.
Sin rígidos idearios
las reglas y las plomadas
marchan al frente hermanadas
con la cruz y sus legiones,
por eso muchos masones
murieron en Las Cruzadas.
Con el tiempo los mandiles,
aunque no cambian sus nombres,
a veces, aceptan hombres
que ya no son albañiles.
Las decenas se hacen miles
por todo el mundo a la vez.
Algunos años después,
Anderson, unió las fuentes:
De cuatro grandes orientes,
fundó el Gran Oriente Inglés.
Siglo de la Ilustración,
tiempo de luz y tragedia;
cien años de Enciclopedia,
crimen y Revolución.
El Imperio, Napoleón,
según muchos, paso atrás,
pero un rotundo JAMÁS
gritó el siervo, se hizo hombre
y si el grito tuvo nombre,
se llamó Escuadra y Compás.
Pleno siglo diecinueve;
los cañones, el tronar;
la Ilustración cruza el mar
y América se conmueve.
El cielo se nubla, llueve
y en el nuevo amanecer
un pueblo se ve crecer
desde Alaska al Potosí
con Washington y Martí;
Bolívar y Santander.
Más de dos siglos atrás
llegó el masón a esta tierra,
con las armas en la guerra,
haciendo el bien en la paz.
En la escuadra y el compás
caben tirios y troyanos.
Españoles y cubanos
allí comparten pasiones;
sin bajezas ni traiciones;
enemigos, pero hermanos.
Narciso López que era
todo amor por lo cubano
fue el masón venezolano
que nos trajo la bandera,
muy nuestra y muy verdadera
con su triángulo y aristas.
Insulta que hoy a esas listas
de llamativos colores
por históricos errores
acusen de anexionistas.
Masón fue José Martí
junto a Maceo Grajales
y otros muchos generales,
del Ejército Mambí.
Fue masón Jesús Rabí,
dicen que Tomás Gener.
También resultaron ser
masones los Figueredo,
Gómez, Céspedes, Alfredo
Zayas y Miró Argenter.
Son muchos siglos de vida;
la senda es larga y trillada;
unas veces tolerada;
otras veces, perseguida.
Así es la historia vivida
en su amplitud y angosturas,
de alegrías y amarguras,
porque el hombre en sus pasiones
sembrando revoluciones
cosecha las dictaduras.
Bajo algunos dictadores,
sin miedo ni subterfugio,
los templos fueron refugio
de jóvenes luchadores.
Siglo xx de esplendores;
también de lucha y desgracia:
Dictadura, democracia,
campaña por el laicismo,
creación del ajefismo
y las Hijas de la Acacia.
Tal vez los últimos años
de marcado sabor ocre,
por su culto a lo mediocre
sean fuente de desengaños.
Las cicatrices, los daños,
las amarguras pasadas;
libertades limitadas,
la UMAP y aquel conformismo,
cuando murió el Ajefismo
detrás de las alambradas.
Sentir la masonería
es más que ser un masón;
quien siente es el corazón,
y no la palabrería.
Se es masón por la valía
y profundas convicciones;
por eso aún son masones
muchos presos y exiliados
injustamente expulsados
por impuestas decisiones.
Cuba en su camino andado
por las viejas tradiciones,
ve en la logia y los masones
lo mejor de su pasado.
El presente es limitado,
escabroso, tal vez duro;
pero más allá del muro
y las agrestes barrancas,
hay sonrisas, bolas blancas
y mucha fe en el futuro.
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